No podías respetar mi dolor
y con un murmullo
te saqué de mis días
y ahora me quiebro al ver las hojas en blanco.
Seguirías sin entender igual
que mi respirar fue,
antes de conocerte,
un medio para llegar finalmente
a eso que no pudo ser en plenitud
a todas esas cosas que dijimos
a este adiós mentiroso
que se resbala cada tanto entre los dos.