viernes, 16 de septiembre de 2011

Desorden I

Porque los personajes de escritores siempre eran escritores en los relatos. Como una especie de faena reprochable, de ilusión futurista frenética de algo que se rasguña en sueños; una realidad literariamente posible, inverosímil en sus vidas. La minúscula y eterna distancia entre la madrugada y la mañana, los ojos cerrados y los ojos abiertos, el inconsciente y las primeras luces del alba. El culo en la silla y el timbre del teléfono, la cabeza en la almohada y el ring del despertador. La coma, el punto, y el punto y coma. El café y la malta. Etcétera.